Artemio Boada Díaz
Coronel GN
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MI MENSAJE AL ALMIRANTE DIEGO MOLERO BELLAVIA, MINISTRO DE LA DEFENSA
Cuando ingresé a la vida militar todos los días en la EFOFAC, mis superiores me decían lo que reflejaba el derogado reglamento de castigos disciplinarios Nº 6 en su Artículo 5. “Todo militar, cualquiera sea su grado, clase o empleo, deberá ser culto en su trato, aseado en su traje, marcial en su porte, respetuoso con el superior, atento con el inferior, severo en la disciplina, exacto en el deber e irreprochable en su conducta.”
Me decían también mis superiores que la lealtad era de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo, hablaban de los valores morales que adornaban a un militar, que los militares no éramos políticos y así después de cuatro años en la escuela salíamos a practicar todas esas enseñanzas y predicas; no recuerdo haber escuchado a ningún superior hablarme de política y menos a jalar bolar o arrastrarme o lisonjear a ningún político para lograr escalar posiciones.
El tema político partidista permanecía aislado en nuestra agenda y vocabulario. Todos estos valores fueron reforzados a lo largo de nuestra carrera, hubo hombres digno de quienes en muchas oportunidades escuchamos orientaciones, conferencias y charlas sobre estos valores y que sus condiciones morales, intelectuales, honradez y recto proceder les hicieron ganarse la admiración y el respeto de compañeros y subalternos. Quiero con esto referirme al fallecido G/D de nuestro glorioso ejército, en aquella época forjador de libertades; MARTIN GARCIA VILLASMIL; hombre honorable que comando con el ejemplo, lealtad al país y sus instituciones, de excelentes condiciones morales, inimitable en su recto proceder, esposo y padre de familia ejemplar, hombre probo a cabalidad, jamás lo vi lisonjear a nadie en busca de prebendas, siempre culto y respetuoso, un maestro; un amigo para ayudar cuando se le requería y un superior a la hora de aplicar los correctivos necesarios. Con los valores morales de ese hombre, siempre me sentí identificado a pesar de que lo que escribo hoy día es producto de mi investigación documental y testifical de quienes lo conocieron y lo trataron.
En un escrito publicado por él, el cual me permito transcribir en parte, decía: “La lealtad implica consecuencia con los deberes; exige concordancia con la fidelidad y es propia de una conducta honrada. No se concibe apego y cumplimiento de las leyes del honor militar, si no son respetadas las normas de la rectitud y probidad. La fidelidad a los compromisos contraídos, especialmente cuando lo han sido en forma consciente y voluntariamente, indica un elevado nivel de lealtad. El cumplimiento con nobleza, de buena fe, con hombría de bien de los deberes y obligaciones inherentes a pactos, compromisos, profesiones, funciones y cargos públicos o privados, refleja una alta calidad moral e inspira confianza. La lealtad se contrapone a la idea de traición. Traicionar trae como consecuencia defraudar la fe y la confianza, tiene afinidad con la mentira. La lealtad está en un sistema político en estrecha relación con el respeto a la ley. Las fuerzas armadas, como organizaciones públicas para la defensa de la nación y de sus instituciones están conformados por medios de hábitos, tradiciones y leyes para lograr éxito en el cumplimiento de su misión fundamental de preservar y mantener o incrementar el legado histórico, a base del inculcamiento muy profundo de la lealtad a los intereses patriótico”.
Esta introducción que he hecho, es la que me permite manifestar esa identificación con aquel líder de cuyos valores morales, espirituales, éticos hoy han trascendido a diferentes generaciones de oficiales sobre todo en nuestro ejército; con esto quiero expresar mi desacuerdo con la forma como el actual ministro de la defensa “almirante” Diego Molero Bellavia; conduce la política militar del país: en lo particular nunca me sentí identificado con la forma de proceder del inoculado fallecido y ahora mucho menos me identifico con la conducta procaz, lisonjera, aduladora, marrullera, alabancera, pelotillera, complaciente y politiquera de este político uniformado. No puedo sentirme identificado con usted “almirante”, porque su conducta raya en lo anti ético e inmoral, constituye un mal ejemplo para sus subalternos y hasta para el mundo civil; me permito recomendarle que siga el ejemplo de muchos otros oficiales digno; que quisieron ser político, lo primero que hicieron fue colgar el uniforme y dedicarse a la política. Solo aspiro como militar retirado, que se le devuelva a las fuerzas armadas su misión, honor, apresto operacional, disciplina, solo le pido que se ocupe más del bienestar social de los miembros de las fuerzas armadas, no de hacer política y de continuar desprestigiándola internacional y nacionalmente. Si usted quiere ser político, esta bien; ese es su derecho, pida la baja y haga carrera política.
En lo particular no me siento representado como militar por usted por que no practica nada de lo transcrito en el artículo 5, descrito anteriormente. No siga haciéndonos avergonzar; sobre todo a quienes con su esfuerzo se la jugaron para mantener el sistema democrático, hágalo por aquellos que dieron su vida al enfrentar la guerrilla castro comunista en los años sesenta y setenta, hágalo por sus herederos y por las glorias de nuestros libertadores, hágalo en beneficio del país pero sobre todo hágalo por quienes portamos un uniforme con dignidad y prestigio. Y que más pronto que tarde usted estará de este lado de la acera y cuando se revise se dará cuenta que solo cultivo desprecio y será irrespetado porque usted nunca respeto a nadie. Aquel quinto principio de mando y conducción, DA EL EJEMPLO usted no lo refleja en su proceder, ha llegado al extremo de su “servilismo y civilismo” que se le olvidó hasta como “pararse firme”. Y recuerde “almirante” NO ES LO MISMO SER SERVIL, QUE SER UN BUEN SERVIDOR.
NO ES LO MISMO SER SERVIL, QUE SER UN BUEN SERVIDOR"
"SI QUIERES SER AVE VUELA, SI QUIERES SER GUSANO ARRASTRATE; PERO NO GRITES CUANDO TE APLASTEN".