30 sept 2014

Destruir el profesionalismo militar

Destruir el profesionalismo militar

Fernando Ochoa Antich.

Uno de los objetivos estratégicos establecido por Hugo Chávez, al llegar al poder, fue crear un sistema político que le permitiera su permanencia en el poder por un tiempo indefinido. Su primer paso fue convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, con la finalidad de aprobar una nueva constitución que dejara sin efecto el principio de la alternancia republicana, vigente en la constitución de 1961, al autorizar la reelección inmediata y por una sola vez del presidente de la República. No satisfecho con esto, se dedicó a planificar un conjunto de acciones que le permitieran el control de los poderes fácticos venezolanos: la Fuerza Armada Nacional y Petróleos de Venezuela. En los dos casos, se dedicó a destruir los valores fundamentales del profesionalismo militar y petrolero, convencido de que esos principios eran un permanente límite a su ambición de poder.

La nueva constitución de 1999 no produjo relevantes transformaciones en la orientación filosófica de la Fuerza Armada, manteniendo su orientación democrática y profesional. El artículo 328 estableció que “la Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional…En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna. Sus pilares fundamentales son la disciplina, la obediencia y la subordinación. La Fuerza Armada Nacional está integrada por el Ejército, la Armada, La Aviación y la Guardia Nacional”…

Estas regulaciones constitucionales sobre la Fuerza Armada no satisficieron a Hugo Chávez, quien tuvo que aceptarlas por las difíciles circunstancias políticas que enfrentaba ante el progresivo deterioro de su popularidad, en medio de un grave enfrentamiento con los cuadros militares y la dirigencia petrolera, que condujo a la crisis política y militar del 11 de Abril. Al regresar al poder, temeroso de la experiencia vivida fortaleció en los mandos a los oficiales comprometidos en la insurrección militar del 4 de Febrero, y permitió la presencia en Venezuela de la inteligencia cubana. Aún preocupado, decidió después de los triunfos electorales del 2004, 2005 y 2006, modificar progresivamente las leyes militares, establecer una doctrina de defensa popular a través de la Guerra Asimétrica, crear la Milicia Bolivariana, y profundizar la ideologización de los cuadros militares.

Hugo Chávez, decidido a destruir el profesionalismo militar, aprobó casi de manera continua tres leyes orgánicas: la de los años 2005, 2008 y 2010. La ley orgánica del año 2005 tuvo un aspecto positivo al eliminar las funciones de mando del ministerio de la Defensa, pero al centralizar la conducción de la Fuerza Armada en el presidente de la República y crear inconstitucionalmente el Comando General de la Milicia comprometió la autonomía de las tradicionales Fuerzas y su capacidad de mando sobre las unidades operativas. No satisfecho con esta reforma aprobó la ley orgánica del año 2008. Esta ley mantuvo la tendencia centralizadora de la concepción militar chavista, fortaleció a la Milicia Bolivariana como respuesta a su objetivo de consolidar el régimen mediante una vanguardia revolucionaria y transformó a los suboficiales profesionales de carrera en oficiales técnicos sin considerar los grados militares y la antigüedad.

De manera sorprendente, aprobó en el año 2010 una nueva ley orgánica, que tuvo por finalidad concederle al presidente de la República el grado militar de comandante en jefe y mando efectivo sobre las unidades operativas; crear al oficial de milicias, con posibilidad de optar a cualquier grado, permitiendo que ciudadanos sin formación militar pudieran formar parte de sus cuadros; y permitir a los suboficiales de tropa ascender a oficiales efectivos. Estas reformas legales tenían un solo objetivo: destruir los tradicionales valores militares y permitir ideologizar a la Fuerza Armada Nacional. ¿Logró Hugo Chávez estos objetivos? Realmente no lo creo. Es verdad que las declaraciones de algunos jefes militares señalando su adhesión a la Revolución Bolivariana pueden generar importantes dudas en los venezolanos, pero hay que considerar que estas medidas, al debilitar la obediencia, la disciplina y la subordinación, deben generar un profundo descontento militar… La historia dirá la última palabra…

Caracas, 28 de septiembre de 2014.

fochoaantich@gmail.com

@FOchoaAntich