11 mar 2015

MORAL COMBATIVA

MORAL COMBATIVA
EDDY BARRIOS <eddybarrios@gmail.com>
Las guerras se ganan o se pierden dependiendo de la moral y disciplina, así como del adiestramiento de combate de los soldados y con el para nada soslayable respaldo moral de su pueblo.
EUA tuvo una gran resistencia en su pueblo a la guerra de Vietnam, figuras como Cassius Clay se opusieron a ella con razones de peso, razones similares que se esgrimieron y no fueron atendidas cuando George W. Bush ordenó invadir Irak sobre la base de una mentira, lo que transformó su acción en un delito de lesa humanidad. Sin esperar resolución de las Naciones Unidas emprendió una cruzada moderna contra el Islam, cuando no estaba seguro del autor de los ataques a las torres gemelas y cuando él mismo era uno de los sospechosos ante la opinión mundial y no de pocos de sus conciudadanos, quienes hasta han publicado videos donde demuestran sus reservas y dudas acerca de su participación en esa matanza.
La asimetría en poderes combatientes se supera mediante tecnología y maniobras tácticas y con una buena estrategia; caso por ejemplo de los ejércitos que tienen una inferioridad numérica en el teatro de operaciones y diseñan, construyen y usan, medios tecnológicos como EL Sistema de Lanzacohetes Múltiples de Artillería LAR-160, en el pasado con el elefante y - en cualquier tiempo - con cualquier otro medio. En cuanto a la maniobra, tenemos la famosa Falange Tebana, para la disrupción del frente de batalla del enemigo y el empleo de la caballería para enganchar y desordenar la línea de frente y rodear al enemigo. El Orden Oblicuo de Federico de Prusia es otro ejemplo. El caso es que, en lo moral, en aquel ejército que tenga razones genuinas para defenderse de la agresión, sus soldados cuentan con mayor respaldo y convicción moral que el que se sabe invasor o va a la guerra sin suficientes justificaciones.
No en pocos casos tales invasores han tenido que morder el polvo; no porque hayan perdido estrictamente en lo militar, porque habrán causado mayor cantidad de muertos, pudiendo ser cientos de miles; pero, solamente con que sean mil o cinco mil muertos propios, los que regresan en bolsas negras a su territorio, son suficientes para moldear la opinión publica del pueblo, el cual no respaldó originalmente esa guerra. (Fueron 58.000 en 10 años, mientras que en Venezuela ha habido 155.000 en 13). Sus soldados se desmoralizan y vimos en esos casos, que hasta mujeres con explosivos en sus sombreros, púas de bambú con estiércol escondidas en el terreno, hojillas en sus partes íntimas, y empleo de drogas para seducirlos, les causaban bajas y los desorganizaban.
Cuando un Galtieri, sabedor de que estaba en desventaja en la encuestas, utilizó al nacionalismo y el patrioterismo para inflamar la voluntad de lucha de sus imberbes como valientes soldados, y emprendió una causa – siempre genuina pero mal planificada - con suposiciones sin respaldo de planes alternos, no contó con que los soldados profesionales, ingleses, maduros, expertos y bien equipados, acabarían en un instante con sus tropas deficientemente equipadas y entrenadas. No obstante, es cierto, hubo acciones heroicas de parte de todos esos valerosos argentinos, como fueran las de los pilotos de los A4, quienes volando a ras de las olas, hundieron un buque del imperio inglés; sin embargo, éste les hundió al Belgrano, el que no estaba estrictamente dentro de la zona de exclusión naval (ya había salido). Desconociendo los consejos de Belaunde Terry, Galtieri seguía obstinado, y la corona inglesa y el orgullo desmedido de la Margaret Thatcher no iban a permitir que la pérdida de un buque insignia de su flota quedara incólume; porque, estaba su pueblo al cual responderle. Y ordenó, esa misma tarde de los intentos de pacificación de Belaunde, que hundieran al Belgrano, donde murieron 323 heroicos tripulantes.
(Ver http://www.larepublica.pe/26-02-2012/el-peru-y-las-malvinas)
Por eso, las decisiones de ordenar una guerra son muy delicadas y deben tomarse en frio, mediante una buena y profesional planificación de guerra y el consecuente y adecuado adiestramiento y equipamiento de los hombres para ello, no en arrebato de euforia, sino desde hace mucho tiempo. No basta con aumentar los soldados milicianos para emprender una lucha de resistencia a largo plazo. Es cierto que hubo pueblos que aguantaron comiendo ratas, y los cueros de sus zapatos, ante sitios como el de Numancia, el cual duró 15 meses y muchos años de guerra; pero, una nación debe estar preparada mediante una economía de guerra, para sostener un esfuerzo bélico continuado, en asimetría, durante tanto tiempo, en especial con las rutas marítimas negadas por el enemigo, con una economía en el suelo y sin capacidad de importar porque no se cuenta ni con los dólares ni con la industria para compensar esta deficiencia, ya una vulnerabilidad, y previendo enfrentar hoy día, al enemigo con el mayor desarrollo tecnológico militar y civil del mundo y con superioridad en todos los órdenes del análisis de poder relativo de combate.
Es una locura inmolar a un pueblo, en especial cuando más de la mitad de él no comparte las razones, 80% de los venezolanos no apoyan a este régimen y la opinión pública nacional y mundial ha sido inundada de los casos de violaciones a los DDHH, la asociación con el narcotráfico, y con la corrupción de sus dirigentes, ello no sólo debilita la moral combativa y la decisión de ir a una guerra de inmolación, sino que no encuentra el respaldo moral de su pueblo.
Otro fue el caso cuando el único gigante de América salió de una Venezuela liberada por su espada, a liberar a otras 5 naciones, con un pueblo sin camisa y a pies descalzos. Hoy se llega a la insensatez y el ridículo de comparar a Bolívar en desventaja con el difunto. ¡Por favor!!
Bolívar se enfrentó en asimetría a las poderosas fuerzas expedicionarias y al ejército regular español, establecido en la colonia durante siglos y lo venció en no pocas batallas, como en las finales que le dieron la libertad a 6 países, batallas donde se enfrentaba el pudor y la dignidad de un pueblo deseoso de libertad contra la opresión. Hoy día, es la opresión la que trata de soliviantar el ánimo del pueblo oprimido y violado por ella, y éste no le reacciona, ni le reaccionará; porque, en su interior no entiende que la amenaza es a la nación sino a un grupo de ciudadanos que han traicionado la constitución y leyes y a la patria de Bolívar al que se le mezquina su legado y gloria inmarcesible.
Esta es mi verdad. Estoy viejo y enfermo, próximo a los 70, pero todavía dispuesto a salir a defender a mi país, porque ese fue mi juramento y no me dejo vencer por el miedo, así como muchas veces lo vencí cuando en desventaja salí en un avión venezolano a cumplir mi deber, como fuera el caso de la incursión de la corbeta colombiana Caldas a nuestro Golfo de Venezuela, aun conociendo que en el área del objetivo había Mirages colombianos y a que despegaba a las 12 pm con una tormenta eléctrica. Igualmente, nunca me dejé vencer por el temor, cuando salí a recoger un herido en La Isla de La Orchila, de noche, sin balizaje ni luces de ninguna índole en el aeropuerto de salida y, peor aún, en el de aterrizaje y cumplimos la misión. Pero, en esos días me inspiraba la fuerza de la razón moral de que hacia lo correcto.
Hoy día, dudaría de entregar mi vida, no para el provecho de mi nación, sino el de un proyecto que privilegia sus intereses por sobre los de su pueblo. Más demostración que lo que hicieron en Guyana no existe. Por privilegiar los intereses comunistas de su proyecto, destruyeron décadas de posiciones firmes contra Guyana, sólo para congraciarse con el CARICOM y cooptar 14 votos, no para beneficiar a la patria, sino a su revolución.