El reto del presidente Santos
Fernando Ochoa Antich.
El discurso de Juan Manuel Santos, en el acto de juramentación ante el congreso colombiano, fue, a mi criterio, exageradamente optimista. Llamar a la unidad de los colombianos “con el fin de trazarse una meta en la que todos nos podamos comprometer: ser en el 2025 un país en paz total, un país con equidad y el más educado de América Latina”, pareciera ser posible, ya que Colombia muestra unas cifras macroeconómicas realmente positivas; pero, lo que me pareció totalmente fuera de la realidad fue plantear, que ”llegó la hora no sólo de avanzar en las metas inmediatas sino de que pensemos y nos repensemos como nación, de repensar el contrato social que hemos heredado y las instituciones y políticas que nos han regido”, sin considerar la complejas circunstancias políticas que debe enfrentar su gobierno.
La grave situación política que vive Colombia se pudo percibir claramente durante el acto de juramentación. Un número importante de senadores y de representantes no aplaudieron las palabras del presidente Santos en muestra de rechazo a su gestión. El asunto tomó mayor importancia al conocerse que el ex presidente Álvaro Uribe y la bancada de su partido Centro Democrático se había retirado del acto “como una muestra simbólica, en consecuencia con la posición crítica del uribismo al gobierno de Santos, y no en desprecio a la democracia ni a la constitucionalidad”, ratificó el senador Alfredo Rangel. Por su parte el santismo planteó, a través del senador Roy Barreras, lo siguiente: “desprecio ofrecieron, desprecio tendrán en las plenarias de aquí en adelante”. Definitivamente, un enfrentamiento de graves consecuencias.
Además, durante la intervención del presidente Santos, resaltó las delicadas complicaciones que enfrentan las negociaciones de paz: “aquí quiero hacer una advertencia: los hechos de violencia de las últimas semanas son una contradicción inaceptable, y ponen en riesgo el mismo proceso… Y mucho menos se entiende que sigan causando víctimas civiles, incluyendo niños, como ocurrió en Miranda. La paciencia de los colombianos y de la comunidad internacional no es infinita. Señores de la FARC: ¡están advertidos¡” Hay otro elemento a considerar: las recientes declaraciones de Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko, quien afirmó: “tras un acuerdo de paz, Colombia no seguirá siendo la misma” en medio de fuertes críticas al gobierno estadounidense, a los militares, a los medios de comunicación y a la clase política.
El presidente Santos tiene ante sí un complejo reto que le exigirá una importante habilidad política: primero, deberá fortalecer la contradictoria alianza que le permitió el triunfo electoral; segundo, tendrá que construir, de alguna manera, un real acercamiento con el urubismo; tercero, deberá entender que el enemigo ideológico a vencer son los sectores de izquierda radical que, de manera natural, se fortalecerán con el éxito de las negociaciones de paz. Me angustia observar el creciente incremento de las tensiones entre los presidentes Uribe Y Santos. De continuar por ese camino, Colombia pondrá en riesgo la estabilidad de su sistema político. Recuerden, lo que ocurrió en Venezuela. El enfrentamiento surgido entre los presidentes Pérez y Lusinchi debilitó las bases de nuestro sistema democrático, facilitando el triunfo electoral de Hugo Chávez…
Caracas, 15 de agosto de 2014.
@FOchoaAntich.