La imagen de Chávez
Jueves 7 de julio de 2014
Enrique Prieto Silva
No sabemos si es polémica o un sentido de evitar que vuelva a ocurrir, pero nos parece sincera la discusión que se abre sobre la figura del difunto Chávez. Sin dudas, es personaje histórico, que está dando y dará mucho de que hablar en el futuro; y no podemos pensar, que eludiendo o impidiendo la crítica, beneficiaremos la buena o mala imagen de éste; y no se necesita de campaña alguna para cambiar, no solo la imagen y el recuerdo de lo que fue o pudo ser, por cuanto cualquiera persona que se involucre en la política, necesariamente se incorpora a este juego crítico, que a nuestro entender, él mismo se atrevió a retarnos para su evaluación y el esbozo de su imagen como presidente, benefactor o perjudicial para el desarrollo del país.
El colega columnista y politólogo Nicmer N. Evans, refiere la existencia de “una campaña que pretende erosionar la imagen y el recuerdo que existe sobre la vida y obra del Presidente Chávez”. A mi entender, no es cierta su aseveración, ya que deja de lado el necesario proceder científico evaluativo de una gestión administrativa, que condujo al país a la crisis que hoy vivimos. Nadie, en su sano juicio, puede pensar que el desastre político y económico que vivimos, puede ser el resultado de la gestión de un presidente que ha tenido que luchar durante poco más de un año, en la creencia de que puede enderezar al país inculpando a “los otros” de una “guerra económica” incomprensible. Desgraciadamente, las personas que asesoraron, adularon y endiosaron a Chávez, siguieron sus ideas sin generar la crítica necesaria, que surgió de los que entendiendo la materia, alertaron sobre las consecuencias que vendrían o resultarían de una administración improvisada y empírica, basada en la suerte del inmenso ingreso petrolero y el ocultamiento de la gestión financiera. Esto no es admisible en un país que venía avanzando a grandes pasos, sin tener la suerte de contar con los ingresos que surgieron en los períodos electorales del difunto presidente.
Sin pensarlo de nuevo y sin dudas, no es que se traslade la absoluta responsabilidad de la crisis política y económica actual a éste, sino que es así. Basta revisar sus acciones e ideas tribales: el trueque, las expropiaciones, el absurdo incremento de la nómina pública, la eliminación de la industria y la producción nacional, el control de cambio a ultranza como castigo, el engaño y la oferta engañosa a los pobres del país, la mentira de la desalfabetización, el regalo del petróleo como medio para impulsar una campaña política de prestigio internacional y para controlar los organismos regionales, el compromiso-hipoteca con China para obtener recursos y regalar “baratijas” a los pobres para que votaran por el partido PSUV, que no solamente se les impuso, sino que “tiñeron de rojo al país”. Agréguele la subyugación de los poderes públicos al ¡Uh Ah!, con decisiones y sentencias que nos avergüenzan. Es triste, que se piense, que “sectores opositores claramente definidos y caracterizados históricamente por su odio, rechazo y repulsión a todo lo que gire en torno a Chávez insisten que en su gobierno se vivió la peor etapa económica del país, esos mismos denunciantes que lo hacían desde un vuelo ida y vuelta a Miami o a Europa, y que no dejaron de beneficiarse del control de cambio, de la especulación financiera o de las comisiones en negocios con el Estado a través de ‘unos amigos’”. Aquí nos preguntamos: ¿Y es que el control de cambio era o es necesario? ¿Qué dice en su carta el estratega económico del difunto sobre el robo de más de 22 millones de dólares por empresas de maletín? ¿Nunca supo Chávez de las vagabunderías de sus adláteres? Su adoración a la guerrilla colombiana, que lo llevaron a la duda sobre la participación en el negocio de la droga. ¿No es odio maldecir al pueblo de Cristo y botar a los petroleros con un pito de sorna? ¿No destruyó el mismo su propia imagen?
@Enriqueprietos