19 ago 2014

En riesgo la soberanía nacional

En riesgo la soberanía nacional

Fernando Ochoa Antich

Eso significa la venta de Citgo. Al hacerlo se pone en riesgo la soberanía nacional al comprometer una política que permitió a PDVSA garantizar el mercado norteamericano en condiciones realmente muy favorables. Producimos el petróleo en nuestros pozos, lo trasportamos a través de nuestros oleoductos y tanqueros, lo transformamos en nuestras propias refinerías y lo vendemos a través de 14.500 bombas de gasolina Citgo, propiedad de PDVSA, en la costa Este de los Estados Unidos. Pero eso no es todo. Las refinerías que se adquirieron en los Estados Unidos fueron sometidas a un proceso de conversión, similar al que se realizó en las refinerías venezolanas, para adaptarlas al craqueo catalítico con el objeto de poder refinar el crudo pesado venezolano.

Defender la soberanía nacional no significa decir frases altisonantes cargadas de un nacionalismo de pacotilla. Al contrario, exige de políticas bien concebidas que realmente busquen defender los intereses nacionales. Eso no ha ocurrido en los años de gobierno de la mal llamada Revolución Bolivariana. Los permanentes errores cometidos, primero por Chávez y ahora por Maduro, nos ha conducido a este indetenible proceso de destrucción nacional. Es de gran trascendencia profundizar las razones por las cuales el gobierno nacional se ve obligado a vender Citgo, sin tomar en cuenta que una decisión de ese orden, tomada a espaldas de los venezolanos, es un acto de traición a la Patria. No hay exageración en lo que digo. Esa decisión compromete fundamentales intereses nacionales.

Al afirmar responsablemente que Venezuela enfrenta un indetenible proceso de destrucción nacional no lo hago mediante información del Fondo Monetario Internacional, ni del Banco Mundial. Voy a utilizar el análisis que sobre Venezuela tiene la principal calificadora de riesgo chino, la Dagong Global Credit Rating Co, quien recientemente decidió rebajar la calificación de la deuda venezolana de BB+ a BB-. Primero, veamos la visión política sobre el gobierno de Maduro: “la ineficacia que el gobierno muestra para enfrentar el desequilibrio estructural de la economía y el deterioro de los resultados de su acción social han producido un creciente descontento de la población con el gobierno. En consecuencia, el riesgo de inestabilidad política aumentará en el futuro”.

La información económica produce escalofrío: “serios desequilibrios macroeconómicos arrastrarán a Venezuela a la recesión en corto plazo. Los problemas estructurales acumulados a través del tiempo, tales como los tipos de cambio sobrevaluados y la alta inflación se exacerbaron en el 2013. Por otra parte, la declinación en la producción petrolera y la fluctuación de los precios internacionales del petróleo harán difícil un impulso visible de sus exportaciones. En consecuencia, se espera que Venezuela enfrente una contracción económica del 3,3 % en el 2014. En ese año, el déficit fiscal se ubicará en el 14, 7 del PIB y se estima que la deuda pública alcanzará el 52,2 % del PIB y posiblemente superará el 60 % en el 2018”. Agréguele a esto una inflación cercana al 60%.

En conclusión, la verdadera razón para la venta de Citgo es que Venezuela está quebrada. Enfrentar circunstancias tan complejas exige de una nueva orientación política y económica. La situación económica no mejorará con vender un activo de tanta importancia. En el fondo lo que se busca es ganar las elecciones parlamentarias. Me surge una pregunta: ¿Permitiremos los venezolanos que se comprometa el destino de las futuras generaciones con una decisión tan irresponsable? Todos los sectores nacionales deben hacer oír su voz de protesta. La Fuerza Armada, en particular, debería estudiar a profundidad el daño que se le haría a la Nación con dicha venta a fin de informarle su posición al jefe del Estado. No es momento de titubeos, sino de importantes decisiones…

Caracas, 17 de agosto de 2014.

fochoaantich@gmail.com

@FOchoaAntich