“El iluminado del TSJ”
Enrique Prieto Silva
Jueves, 22 de enero de 2015
¡Increíble pero cierto! Si a alguien se le ocurriera decir, que el mundo en Venezuela marcha al revés, surgiría todo un ejército de ingenuos que se asombrarían y pensarían en la ingratitud de beneficiarios de las bondades de esta “revolución” de engaño, de mentiras y de frustrados. Nadie creería, que cuando el 80% de la población busca desesperadamente una salida consensuada para superar la crisis que creció como la hierba en el estúpido proceso del “comandante eterno”, los magistrados del TSJ, fueron convocados por sus “dignas” autoridades, para efectuar un acto en el “cuartel de la montaña”, para pedir en sesión solemne al “difunto”, que los ilumine para llevar con ciencia cierta y verdad jurídica, toda la sensatez que da el efluvio del estudio y la tranquilidad de conciencia, en el momento de tomar decisiones justas y acertadas, lo más cercanas a la igualdad, como debe ser el desempaño de una magistratura sabia y sin prejuicios y como se lo merece un pueblo ya cansado de luchar contra la injusticia.
La tozudez se define como el acto donde la terquedad enfrenta a la razón, y donde la vaguedad no alcanza para enfrentar lo irracional; y es precisamente este lamento el que ha roto el sueño de los venezolanos que ven con asombro, como el intelecto se ha vuelto perezoso en los que pudiéramos llamar intelectuales. Esos venezolanos, que salidos de las aulas universitarias, con el título de Abogados de la República. Muchos de ellos fogueados en las lides del Derecho, adalides en un pueblo frustrado, con ostentan con orgullo “simbólico”, títulos de magister, doctorados y toda una sarta de atributos, supuestamente logrados por el estudio constante, o la dedicación docente, sean capaces de cometer semejante disparate; que antes de glorificarlos, los entumece entre pares y más bien permite calificarlos de mediocres, ya que no escapa a nuestro pensar y sabiduría, que en estos 16 años de entuertos y malogrados procederes en la consolidación de los poderes públicos, una caterva seguidora del “iluminado de Sabaneta”, se apoderó de la sabiduría del burlado pueblo convencido de un estúpido y desequilibrado “por ahora”, que ha sido “para bobos”, creando el peor y más corrupto gobierno que haya tenido nuestra patria.
Agitando nuestra mente, sin escarnio ni mofa, no podemos macerar ninguna idea de cómo pudo habérseles ocurrido a estos indignos magistrados, una idea tan estúpida como ésta. No cabe en nuestro pensar, que en un país, donde solo ha surgido la miseria, acompañada de hambre y necesidad, puedan los funcionarios públicos a quienes el país les concede la máxima autoridad de decisión y los mejores emolumentos para guía de todos los venezolanos; quienes están llamados a decidir cuál es el valor de las decisiones del Poder Público y reconocer el bien y el mal de sus acciones, calificadas en la Ley, pueden ir, como adoradores surgidos de la más baja ralea, o como peregrinos del medioevo, invocar la gracia Divina ante el espíritu purgante e insepulto del personaje que se creyó poseer el máximo legado de Dios, y destruyó todo lo que se había logrado de democracia y sensatez en los manejos del erario público, conduciéndonos a la inopia que hoy vivimos.
Ante ello, solo nos queda pedirle al Dios Todopoderoso, que nos proteja de la malandrería con poder que se ha apoderado de este pobre país, en el que muchos nacimos y vivimos, luchando precisamente por lograr su recuperación síquica y económica, que es la única herencia que dejaremos a las generaciones venideras. ¡Por Dios, magistrados! Dejen la monserga y recapaciten. A ustedes no les es permitido ni la ignorancia ni la estupidez.