Descontento militar
Fernando Ochoa Antich.
En los cuadros de la Fuerza Armada existe un
creciente descontento. Es imposible ocultar esta verdad. Los recientes
accidentes aéreos ocurridos en Maracay ratificaron públicamente lo que era,
desde hace algunos meses, un permanente rumor: la Fuerza Armada se encuentra en
tal grado de deterioro que no es capaz de cumplir sus obligaciones
con la debida eficiencia. No hay exageración en mi planteamiento. Hace unos días
conversé con un teniente coronel de la Aviación que recién había solicitado su
baja. Sorprendido de su decisión, le pregunté sobre las causas que lo habían
inducido a tomarla. Su respuesta fue terminante: “mi general, yo tengo familia.
No quiero morir en un accidente. No hay suficiente entrenamiento y el
mantenimiento prácticamente no existe”.
Estos hechos se originan en una equivocada
política militar, planteada en la Reforma Constitucional propuesta
por Hugo Chávez y rechazada por los venezolanos el 2 de diciembre de 2007. La
redacción que allí se hizo del artículo 328 muestra la intención de destruir el
sentido institucional de la Fuerza Armada preservado en la Constitución de 1999.
Al modificar la parte del artículo 328: “la Fuerza Armada, en el cumplimiento de
sus funciones, está al servicio de la Nación y en ningún caso al de persona o
parcialidad política alguna “ por la frase: “en el cumplimiento de sus funciones
estará siempre al servicio del pueblo venezolano, en defensa de sus sagrados
intereses y en ningún caso al de oligarquía alguna o poder imperial extranjero”
muestra que la finalidad de Hugo Chávez es subordinar a la Fuerza Armada a un
partido político.
Si Hugo Chávez hubiese respetado la voluntad
popular no hubiera habido problema, pero su ambición de poder lo llevó a violar
la Constitución de 1999 y aprobar dos reformas a la Ley Orgánica de la Fuerza
Armada que buscan alcanzar los mismos objetivos de la Reforma Constitucional:
las reformas del 31 de julio de 2008 y del 2 de febrero de 2010.
De manera particular, en esta última se establecieron
normas que debilitan totalmente el sentido profesional de la
Fuerza Armada al centralizar el mando en el Comando Estratégico Operacional y en
el Comando de la Milicia debilitando los comandos de Fuerzas. Al mismo tiempo,
para lograr la maximización del Momento Político Revolucionario, se ratificó la
creación de la Milicia Bolivariana y del oficial de milicias.
Esta maximización del Momento Político
Revolucionario ha debilitado a tal nivel la capacidad operativa de la Fuerza
Armada, que no ha sido capaz de cumplir con eficiencia sus
obligaciones militares: rechazar la presencia de la
guerrilla colombiana en nuestro territorio; impedir la existencia de
organizaciones guerrilleras venezolanas, tanto rurales como urbanas; no
desplegar eficientemente unidades navales y aéreas en las operaciones combinadas
realizadas con la flota rusa en su viaje por el Caribe y un preocupante
incremento del porcentaje de accidentes en el empleo del material de guerra de
origen ruso y chino. Este debilitamiento del profesionalismo
militar se manifiesta en aspectos doctrinarios, operativos y administrativos.
Para colmo, durante el acto de celebración de
los veinte años del 27 de Noviembre, en medio de los accidentes aéreos, el
almirante Diego Molero Bellavia, ministro de la Defensa, terminó la lectura del
discurso de Hugo Chávez con una arenga en la cual afirmó que la Fuerza Armada
era socialista. Un día antes, en la Asamblea Nacional, el contraalmirante José
Luis Castro, incumpliendo sus deberes militares, mantuvo que la Fuerza Armada
era socialista y revolucionaria. Estos inaceptables planteamientos, muestran que
la única manera de tener porvenir en la Fuerza Armada y alcanzar los ascensos y
cargos que le corresponden por sus méritos profesionales es manteniendo un
compromiso ideológico con el chavismo. Esa es la causa del descontento
militar.
Las grandes rupturas históricas venezolanas han
ocurrido al coincidir un creciente descontento militar y una crisis política.
Así ocurrió el 18 de octubre de 1945, el 24 de noviembre de 1948 y el 23 de
enero de 1958. La innegable ilegitimidad de la elección presidencial, las graves
interrogantes que surgen sobre el estado de salud de Hugo Chávez y el creciente
descontento militar muestran delicados signos de una profunda crisis nacional.
Es imprescindible que se comience a reflexionar sobre esta realidad. Se requiere
con urgencia alcanzar un acuerdo político que le encuentre una solución
constitucional a esta gran verdad: Hugo Chávez no puede seguir ejerciendo la
presidencia de la República. Su grave estado de salud se lo impide…
Caracas, 2 de diciembre de
2012.
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