Enrique Prieto Silva
Jueves 20 de diciembre de 2012
Ocurrió lo esperado, el poder regional quedo en
manos de la “revolución”, despojando en varios estados a gobernantes de la
oposición. La trampa electoral del CNE al ubicar las regionales en fecha de
navidad, después del adelanto de las presidenciales, con los venezolanos en
traslados masivos a sus lugares de origen y de sus familiares, incluso al
exterior, generó el 50% de abstención. Sin embargo, la oposición mantuvo la
gobernación de Miranda, vista con gula y ansias por el “chavismo” como “la joya
de la corona”, donde quedó demostrado, que el “chavismo sin Chávez” no es tan
efectivo en las personas con mente amplia, ajenas al mendrugo y valoradores del mensaje de
eficiencia. No hubo miedo, ni pudieron cumplir con el triste chantaje de la
oferta del “voto como regalo al presidente enfermo” tratado en su idolatrada
Cuba, que por la salud de éste le extrae el hígado a
Venezuela.
Quedó demostrado el mismo escenario político del
7-O, cuyos porcentajes de empoderamiento resultó igual. Lo que si es cierto, es
que el humilde pueblo engañado el 7-O, con lamentable sentido de estúpida
idolatría, aceptó la solicitud de los aterrados vividores “revolucionarios”,
quienes ante el temor de perder desde ya el poder amenazado por la enfermedad de
Chávez, les pidieron regalaran su voto por su enfermedad. Espeto que no deja de
ser dantesco, y confirma el deterioro cultural del venezolano “apolítico”,
incapaz de entender la “tramoya” impuesta por este gobierno autodenominado
socialista, que impulsa un régimen diferente al establecido en la Constitución.
Entre tanto, debaten intelectuales los recursos que tiene la oposición para
evitar que se consolide el Estado comunal, que quiere ser impuesto
inconstitucionalmente. Todo, bajo una expectativa que divide a los venezolanos
en alegres, tristes e incrédulos, incapaces de entender la diatriba de lo que
nos pasa o sufrimos, al extremo, que muchos se han ido acostumbrando a una vida
controlada por la desidia, solo esperando que la suerte, la casualidad o la
oportunidad los lleven a entender, como es posible, que el venezolano viva en
contra de su virtualidad, amasando su esperanza ante un engaño; inclusive, creer
que puede retarse a la naturaleza, y hasta asumir la esperanza engañosa de un
personaje, que como el circense, lo domina igual que a las fieras, a sabiendas,
que nunca dejará de ser irracional.
Pareciera, que por costumbre o miedo a lo
desconocido, estuviéramos enfrentando una psiquis que nos insume un “síndrome de
Estocolmo” al cual nos vamos acostumbrando, con el consabido “que se haga la
voluntad de Dios”, con la sola esperanza de que los males que aparecen podamos
eludirlos inculpando a los viejos políticos, siempre con el cuento del pasado, a
pesar de los 14 años que han venido transformando nuestras vidas, para
adoptarnos al “nuevo país”, aún sin el “hombre nuevo”, pero nos imponen la
camisa roja. Y pareciera mentira, que la inhumanidad de Chávez, sea utilizada,
inclusive por él mismo y sus familiares, como una gracia divina para el impulso
de la “revolución socialista”; sin embargo, debe preocuparnos lo puede
depararnos el destino al término de la tragedia, ya que a pesar de mantener “la
joya de la corona” el destino en paz es incierto.