26 sept 2013

Las miserias ocultas

Las miserias ocultas

Enrique Prieto Silva

Jueves 26 de septiembre de 2013

Nos ha motivado el interés de escribir alejado del tema político, pero la vergüenza del desprestigio nos atolondraría inmisericordemente, cuando tuviéramos que responder la pregunta que todos nos hacen: ¿Hasta cuándo dura esto?. Cree la gente, que nuestra aventura en el mundo del descifrar, la podemos acompañar con el pronóstico embrujado y de sortilegio, capaz de adelantarnos en la primicia noticiosa, que rompa el escepticismo.

 

Que como verdad intelectual no tiene asidero en la realidad, aunque no podemos descartar la existencia del futurólogo, quien es capaz de pronosticar mediante el uso de la ciencia de las probabilidades, pudiendo priorizar, no solo con el uso de la posibilidad ante un hecho catastrófico cierto, sino con el conocimiento de los hechos del pasado. Más aún, cuando se quiere conducir el país aplicando políticas experimentadas en el fracaso y guiadas por la insistencia terca y falaz de un autoproclamado "Mesías". Para responder, basta conocer la historia, y tener fe y esperanza en el futuro, pero con mayor fuerza, conocer las miserias ocultas que han macerado la realidad.

La primera miseria que debemos endilgar al difunto, es el engaño que hizo al pueblo con su famoso "por ahora", un sueño inventado tras una derrota. Se valió de un momento difícil en la anti política venezolana, que engulló a los más necios y recalcitrantes líderes "intelectuales" democráticos en la triste y nefasta creencia de que se podían corregir los entuertos de la enferma democracia con un liderazgo militar de nueva generación, atribuyéndole al difunto los dotes que nunca logró ni siquiera en la carrera militar.

La segunda e igualmente grave miseria, el regalo que hizo el difunto de la soberanía y la patria a los atroces carniceros cubanos, quienes, no solo se apoderaron de su mente y malignidad, sino que lo compulsaron a jugar el papel del Robín Hood americano, queriendo crear el liderazgo latinoamericano y del Caribe, repartiendo o comprometiendo los recursos de los venezolanos que los está llevando a la miseria. Lapidaria y funesta la frase: ¡Así es que se gobierna!

Una tercera miseria, tal vez la más grave, impulsar como fórmula política la división social entre ricos y pobres, escuálidos y revolucionarios, que degeneró en el desmantelamiento de las familias y el matrimonio, la pérdida del amor filial, queriendo ideologizar la formación educativa de niños e impúberes, llegando al extremo de destruir la familia exaltando a la mujer individual como el centro de la procreación, la crianza y la formación proselitista de sus hijos, considerándolos "hijos de la patria" a la orden y cortedad de los símbolos copiados por el mentor difunto: "patria, socialismo o muerte", usados como cantaleta perniciosa del entuerto que llamó "socialismo del siglo xxi".

Una miseria de las más perniciosas, fue la de engatusar a las Fuerzas Armadas, cuyos integrantes, bajo el inocente endulzamiento en la insuflación del espíritu militar, se dejaron conducir por la senda de la patriotería ególatra del difunto, quien irracionalmente les hizo creer que había logrado el poder divino para conducirlos por una "patria nueva", creando la "familia y el pueblo militar". Emponzoñó con su discurso procaz y malsano al subalterno, para activar su soberbia contra el superior que no lo idolatrara. Pero esa ponzoña está inoculando el verdadero patriotismo en la oficialidad, quienes piensan y razonan sobre la posibilidad de que estemos gobernados por una persona, que aun siendo venezolano, tiene un impedimento constitucional para serlo. Seguirán apareciendo las miserias y con ellas el repudio del venezolano a la inmundicia gobernante.