27 abr 2015

BACHAQUEROS

clip_image002 22 de abril de 2015

 

Arlán A. Narváez-Vaz R. (*)

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Bachaquero es un término que no aparece en los diccionarios pero que se ha puesto muy de moda en Venezuela, particularmente porque los personajes a los que se aplica han pasado a ocupar un rol prominente en la lista de villanos en quienes nuestra kakistocracia (gobierno de los más incapaces, con los planes más incompetentes) hace recaer las culpas de su propia chambonería en el desastre económico que han creado (y que, con inigualable torpeza, continúan empeorando). En ese lista de malucos los bachaqueros posiblemente ocupen lugares por debajo de los imperialistas o los apátridas, pero igual son anatemizados y utilizados para imponer limitaciones a los derechos de la población con el pretexto de acabar con su ruin actividad.

Aparentemente el origen del término puede encontrarse en el Estado Zulia ya que así llaman allá a quienes se dedican a contrabandear en pequeña o mediana escala en la frontera con Colombia, cargando su mercancía encima, como los bachacos. Lo curioso del caso es que, originalmente, los bachaqueros operaban en sentido inverso al de hoy, es decir, traían a Venezuela mercancía que en Colombia resultaba más barata, pero desde hace unos años, en los que Colombia ha ido progresando notablemente y nosotros deteriorándonos aceleradamente, los bachaqueros llevan mercancía venezolana al vecino país, espoleados por la diferencia de precios que resulta de la sobrevaluación cambiaria y de los controles de precios en Venezuela. El contrabando bachaquero suele ser común en todas las fronteras del mundo y es mayor en la medida en que son mayores las diferencias de precios entre países y, como puede verse, no es parte de una conspiración económica contra un país sino una actividad lucrativa en razón de tales diferencias, que resulta ilegal porque, como todo contrabando, evade el pago de impuestos y regulaciones al comercio exterior.

Ahora bien, por razones desconocidas, ahora se ha extrapolado el término bachaqueo a la actividad de compra-venta de comerciantes informales, quienes no hacen más que tratar de generar ingresos para mantener a sus familias, al igual que todo comerciante, comprando mercancía que tiene demanda a un precio menor al que la venderán. En Venezuela esta actividad ha sido execrada cuando la mercancía en cuestión es escasa o tiene precios controlados, basados en la ridícula afirmación o creencia de que los bachaqueros son los causantes de la escasez. Realmente sembrar esta idea es muy conveniente para los kakistócratas por varias razones: primero porque les permite ocultar su responsabilidad en la destrucción de las condiciones para la producción y la productividad, verdadera causa de la escasez; también porque les da una excusa de perlas para imponer diversas formas de racionamiento (captahuellas, compra por número de cédula, etc) aprendidas de la patética realidad cubana, que no resuelven el problema pero les hace parecer que “hacen algo”; lamentablemente así, además de no conseguir los bienes, se impone la humillación de esos controles como castigo a la población, haciendo que paguen justos (los ciudadanos) por supuestos pecadores (los bachaqueros), mientras quedan impunes ellos (con su locura que destruye nuestra capacidad productiva), los verdaderos culpables de la escasez.

Hay que decir que los bachaqueros pasan a la categoría de delincuentes porque violan normas y leyes con que la kakistacracia torpemente pretende resolver los problemas de escasez y desabastecimiento, estableciendo controles y limitaciones a la producción y comercialización, donde se encuentran las causas de esos problemas al sumarlos al exceso de demanda generado por el gasto improductivo y populista. Si existieran condiciones para que se incremente la producción y se pudieran abastecer los comercios para satisfacer la demanda de la población, no podrían existir los bachaqueros, como no existen en casi ningún país del mundo donde no hay trabas para la actividad económica (basta con cruzar la frontera para constatarlo).

En el actual estado del país luce como un mal menor que quienes no encuentran un empleo formal bien remunerado se dediquen al comercio informal, aunque sea “bachaqueando”, porque al menos esta actividad es menos lesiva a la sociedad que la opción, cada vez más extendida por falta de mejores oportunidades, de dedicarse al hampa. Sin embargo, lo curioso del asunto es que las fuerzas del orden público en nuestro país no actúan ni contra los bachaqueros ni contra el hampa, ¡actúan contra los ciudadanos que disienten y protestan! ¡Cosas veredes, Sancho!

(*) Profesor UCV / arlanucv@gmail.com