Descontento Militar
Fernando Ochoa Antich
Al surgir los Estados contemporáneos, estrechamente vinculados al nacionalismo, se vieron obligados a organizar Fuerzas Armadas profesionales, de carácter permanente, para imponer el monopolio interno de la violencia y garantizar la soberanía nacional. El descontento militar es un fenómeno sociológico que surgió en esas organizaciones militares. Sus causas fueron muy variadas, aunque casi siempre estuvieron vinculadas a razones profesionales y políticas. Los cuadros militares, al controlar las armas de la República, siempre han estado vinculados a los desarrollos históricos de cada uno de esos Estados. La evolución del Estado absoluto a democrático, durante el siglo XX, estableció un principio fundamental: la subordinación de las Fuerzas Armadas al poder civil, cuyo origen debe ser constitucional y popular. Este proceso en la América Latina sólo logró imponerse parcialmente a finales de los años ochenta.
En Venezuela, durante el gobierno de Cipriano Castro, se creó un Ejército de carácter permanente con la finalidad de restablecer la paz de la República y derrotar a los caudillos regionales. Se sembraron, a partir de la creación de la Academia Militar, un conjunto de valores en el orden profesional, entre ellos el espíritu de cuerpo, que permitió su unidad interna, aún en los momentos más críticos de nuestro devenir histórico. De todas maneras, el fenómeno del descontento militar se ha expresado, en distintas oportunidades, a través de graves hechos de indisciplina. Curiosamente, en Venezuela. las insurrecciones militares, máxima expresión del descontento interno, se han manifestado normalmente a través de acciones ejecutadas por cuadros medios y no por los altos mandos de las Fuerzas Armadas. Esta característica es muy particular en Venezuela, diferenciándose de otros países de la América Latina.
El primer golpe de Estado en Venezuela, utilizando a las Fuerzas Armadas, ocurrió el 19 de diciembre de 1908 al derrocar Juan Vicente Gómez a Cipriano Castro. Sus causas fueron muy variadas, pero una de ellas fue el rechazo surgido en los cuadros militares tachirenses a la forma de gobernar del presidente Castro. A partir de esa crisis histórica, durante todo el siglo XX y principios del XXI, se repetirán permanentes intentos de insurrecciones militares. En algunas oportunidades, el descontento militar no fue suficiente para aprovechar la crisis social y política; en otras circunstancias, coincidió plenamente provocando una ruptura institucional. Así ocurrió el 18 de octubre de 1945, el 24 de noviembre de 1948 y el 23 de enero de 1958. Al contrario, hubo un sinnúmero de conspiraciones y algunos alzamientos militares que fracasaron, entre ellos los que se originaron en los años 20, 60, 92 y 2002.
La detención de tres generales de la Aviación y de unos treinta oficiales de distintos grados indica que vuelve a repetirse el fenómeno sociológico que genera las tradicionales conspiraciones militares. La opinión pública percibe que dentro de la actual estructura militar debe estarse desarrollando algún tipo de tensión interna. Sus causas son muy variadas, pero definitivamente se han originado en las transformaciones planteadas, totalmente a la ligera, en las distintas reformas de la ley Orgánica. Esos cambios han sido los siguientes: se ratificó la estructura organizativa centralizada en el presidente de la República, a quien se le concedió grado militar y mando efectivo y en dos grandes comandos: el Comando Estratégico Operacional y el Comando de la Milicia Bolivariana. El ministerio de la Defensa permaneció como órgano rector del sector Defensa, sin mando militar, transformándose fundamentalmente en una estructura administrativa.
Al mismo tiempo, se mantuvo la tendencia al fortalecimiento de la Milicia Bolivariana y al debilitamiento de las distintas Fuerzas, a las cuales se les redujo su capacidad administrativa y de mando. Además, se creó el oficial de milicia, con la posibilidad de optar a cualquier grado, permitiendo que ciudadanos sin formación militar pudieran pertenecer a sus cuadros, a objeto de evitar que los oficiales profesionales ejercieran, como venía ocurriendo, el mando de las unidades de milicia. Se estableció la posibilidad de que los suboficiales de tropa pudieran ascender a oficiales efectivos y se les concedió a los suboficiales profesionales de carrera el grado de oficiales técnicos, en base a su actual antigüedad. Estas transformaciones modificaron ampliamente la esencia profesional de nuestra Fuerza Armada y sus principales valores, siendo la causa, junto a la escogencia, sin suficientes méritos, de los ascensos, del actual descontento militar. La historia siempre se repite…
Caracas, 27 de abril de 2014.