Chavismo, siembra
de odios
Fernando Ochoa Antich.
La característica más
resaltante del régimen chavista, en estos 16 años de gestión, ha sido la siembra de odios y el empleo de la violencia contra toda
expresión de disidencia. Hugo Chávez, aviesamente manipuló la inconformidad
existente en nuestra sociedad, como consecuencia de la mala situación económica
generada por la baja de los precios del petróleo, fundamentalmente en los
sectores populares, para de esa manera instigar el odio entre los venezolanos.
Nuestro pueblo había vivido años de progreso social por las políticas
desarrolladas en los gobiernos democráticos, gracias a la bonanza petrolera,
pero esa situación se vio seriamente afectada, a partir del Viernes Negro en
1983. Esa creciente crisis económica y los grandes errores cometidos por la
dirigencia nacional fueron aprovechados por Hugo Chávez y sus asesores en 1998
para ganar las elecciones. Allí empezó la siembra de odios.
Una frase
emblemática: “voy a freír la cabeza de los adecos”, marcó la campaña electoral.
A partir de ese momento, Hugo Chávez dedicó todos sus esfuerzos a dividir
nuestra sociedad. Inicialmente, no tuvo éxito. Lo impidió el profundo
sentimiento de solidaridad que caracteriza al pueblo venezolano. Sin embargo,
perseveró en su afán y se dedicó por infinitas horas, a través de todos los
medios de comunicación, a alcanzar su objetivo: Chavistas y escuálidos fueron
los términos que señalaron el respaldo o rechazo a su gobierno. La siembra de
odios empezó a modificar el sentimiento nacional. Curiosamente, en el año 2002, el chavismo dejó de ser mayoría.
Las encuestas así lo señalaron. Su popularidad, ante una gestión de gobierno
incapaz y sin recursos, apenas alcanzó el 30 %. El abuso de poder, en su
objetivo de destruir PDVSA, produjo la crisis cívico militar del 11 de abril y
los deplorables asesinatos de ese día.
A partir de ese momento, la polarización entre chavismo y oposición se
hizo una realidad. La violencia criminal
empezó a incrementarse. No era posible que una permanente prédica de odios,
orientada desde las más altas esferas del gobierno, no tuviera un efecto
desbastador. Un análisis objetivo de las cifras así lo indican. De acuerdo con
la Organización Mundial de la Salud, una sociedad con una tasa de homicidios de
10 asesinatos por cada 100.000 habitantes está sometida a una epidemia de
muertes. Ya en la década de los noventa, Venezuela vivía ese tipo de crisis:
las estadísticas señalaban 13 asesinatos por cada 100.000 habitantes. A partir
de 1998, esas cifras aumentaron escandalosamente. El año 2011, 67 asesinatos,
en el 2012, 73 asesinatos, en el 2013,79 asesinatos y en el 2014, 82 asesinatos
por cada 100.000 habitantes. Esa tasa representa la segunda más alta del mundo.
Esas cifras, ya de por sí muy preocupantes, muestran un creciente
agravamiento a partir del inicio del gobierno de Nicolás Maduro
Definitivamente, la inseguridad personal se encuentra fuera de control. Existen
distintas razones técnicas que comprometen la acción contra el crimen, pero los
tres problemas más graves son: la permanente prédica de odios, la total
impunidad ante el delito y la complicidad del gobierno con grupos armados, mal
llamados colectivos. Además, no hay una rueda de prensa que Nicolás Maduro no
la utilice para buscar enfrentar distintos sectores sociales. Los ejemplos
sobran: uno, lo conocemos bien: la
fulana guerra económica, que trata de responsabilizar a la burguesía nacional
de la escasez y de la inflación. Ahora, la
ha reemplazado por los bachaqueros, no el pueblo que por hambre trabaja
en la economía informal, sino los supuestos miembros de Primero Justicia y
Voluntad Popular que organizan las tomas de los supermercados.
El segundo aspecto a considerar es la impunidad. “En marzo de 2013,
expertos en Derechos Humanos precisaron que apenas el 2% de los homicidios
registrados en Venezuela, entre 1999 y 2012, habían sido resueltos por el
Ministerio Público. Es decir, que más del 80 % de los asesinatos quedaron
impunes” Después de describir este macabro cuadro de violencia, cabe preguntarse:
¿Cuál es la verdadera causa de la creciente impunidad en Venezuela? Es verdad,
que existe una ineficiencia estructural e histórica en el Estado venezolano que
impide enfrentar el delito, pero hay que saber que el problema se agrava, en
estos últimos años, por una marcada complicidad entre los colectivos armados e
ideologizados por el chavismo y las redes criminales que aterrorizan a los
sectores populares y a la Clase Media. Además, no es posible olvidar la
creciente presencia del narcotráfico y los recientes indicios de que el Estado venezolano ha sido
penetrado por este flagelo. El gobierno de Nicolás Maduro está obligado a dar
una respuesta clara y terminante para enfrentar ese problema. De lo contrario, su
corresponsabilidad sería ineludible. Esa es la verdad.
Caracas, 31 de mayo de 2015.
@FOchoaAntich.