7 jun 2014

La cuarta ola

La cuarta ola

Enrique Prieto Silva

Junio de 2014

En su obra “La Tercera Ola”, muy leída y comentada para la “década perdida “de los 80’, Alvin Toffler escribe: “Hace trescientos años —medio siglo arriba o abajo— se oyó una explosión cuya onda expansiva recorrió la Tierra, demoliendo antiguas sociedades y creando una sociedad totalmente nueva. Esta explosión fue, naturalmente, la revolución industrial. Y la gigantesca fuerza de impetuosa marea que desató sobre el mundo —la segunda ola— chocó con todas las instituciones del pasado y cambió la forma de vida de millones de personas”. Sin dudas, un momento muy convulsivo para Venezuela, cuyas huellas lamentamos y seguiremos lamentando, ya que querámoslo creer o no, en esa “década perdida” se acumularon desgracias que llamaron más desgracias, hasta retrotraernos en el tiempo de la injusticia acumulada, y donde la inconsciencia a la deriva produjo esos lodos que hoy nos inundan.

Fue “una ola generada y mantenida durante los largos milenios en que la civilización ejerció su absoluta soberanía, la población del Planeta podría haberse dividido en dos categorías. Las llamadas sociedades primitivas, que vivían en pequeñas bandas y tribus y subsistían mediante la caza o la pesca, las que habían sido dejadas de lado por la revolución agrícola. Por el contrario, el mundo «civilizado» estaba constituido por aquella parte del Planeta en que la mayoría de la gente cultivaba el suelo. Dondequiera que surgió la agricultura, echó raíces la civilización. la tierra era la base de la economía, la vida, la cultura, la estructura familiar y la política; prevaleció la división del trabajo y surgieron clases y castas perfectamente definidas: una nobleza, un sacerdocio, guerreros, ilotas, esclavos o ciervos. El poder era rígidamente autoritario. Fue la civilización agrícola de la primera ola.

“El industrialismo era algo más que chimeneas y cadenas de producción. Era un sistema social rico y multilateral que afectaba a todos los aspectos de la vida humana y combatía todas las características del pasado de la primera ola. Produjo la gran factoría, puso el tractor en la granja, la máquina de escribir en la oficina, el frigorífico en la cocina; el periódico diario, el cine, el Metro, el DC-3, píldoras vitamínicas y una vida más larga. Universalizó el reloj de pulsera y la urna electoral. Pero de mayor relevancia, unió todas estas cosas para formar el sistema social más poderoso, cohesivo y expansivo que el mundo había conocido jamás: la civilización de la segunda ola”.

Toffler visualiza la tercera ola como el movimiento cuando las llamas del nacionalismo arden violentamente y proliferan los movimientos de liberación nacional en todo el mundo donde proclama su nacionalidad, pero algo extraño sucedió y en lugar de surgir nuevas naciones, las existentes entraron en peligro de disgregación y mientras la tercera ola avanzaba pujante sobre la Tierra, una serie de fuerzas promovieron la transferencia del poder político hacia abajo. Un populismo atroz, que al final solo produjo un fraccionamiento social vividor del frentismo, que puso en peligro la unidad nacional.

En Venezuela, la tercera ola se desvaneció, y aunque en lenta calma sobrevino la una ola, que no solo derrumbó el poder, sino que con el mito social mesiánico, quiso nivelar la sociedad hacia abajo. Lo triste es, que ni la tercera ola de Toffler, ni “La Reinversión del Gobierno” vista por otros proyectistas sociales como David Osborne y Ted Gaebler, quienes decían, que “una revolución está sacudiendo al mundo entero porque la gente está harta de los gobiernos que gastan cada vez más y prestan menos servicios, frustrada por la burocracia sobre la que ya no tiene ningún control, y cansada de los políticos que sólo saben aumentar los impuestos y recortar los servicios, pero no resolver los problemas que nos aquejan a todos. Para ellos, había que encontrar una tercera vía, un llamamiento a la revolución contra la enfermedad burocrática y para construir un sistema mejor. Pero para desgracia nuestra, la “revolución bolivariana” transformó esa tercera vía en un regreso a la primera ola.

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