28 nov 2013

A la Ciudad de La Asunción

A la Ciudad de La Asunción

Enrique Prieto Silva

El 27 de Noviembre es una fecha magna para el gentilicio asuntino o asunto, como nos corrigen los viejo hijos de nuestra capital insular. Ese día de 1600 le fue otorgado a La Asunción el título de Ciudad, como lo señala su Escudo de Armas, que a solicitud del cabildo de la Villa de La Asunción al Rey, había tramitado su procurador, el capitán Alonso Suárez Castillo. Era la ciudad conformada desde 1562, cuando el Capitán Pedro González Cervantes de Albornoz, había recogido los vecinos de la Villa y los traslada al Valle de Santa Lucía, donde surge y toma auge. Muchos fueron los pueblos creados o fundados, inestables ante el ataque de corsarios y caribes. Antes de La Asunción, solo recuerda la historia a la "Ciudad de la Nueva Cádiz" en Cubagua, la "Isla de las perlas", que en 1534 le había sido adscrita la Jurisdicción sobre Margarita, retomando el mando la gobernadora Doña Aldonza Manrique, luego que una tempestad de aguas y vientos destruyó la ciudad en 1541.

Repetimos en la historia, que los pueblos no nacen, se hacen y no son sus gestores los autores de su historia, ella comienza con sus hechos, pero son las predicaciones de sus hijos naturales y adoptivos, los que forjan sus laureles. Si un pueblo no surgiera del deseo de concentración humana, éste nunca existiría. Es obvio, que tampoco existiría el gentilicio, y siempre serán: el valor, el intelecto y la rectitud de sus gestores, pobladores y gobernantes, lo que hacen de un pueblo un atributo digno de una nacionalidad y de un gentilicio. He aquí el significado de La Asunción, que envuelve a su gentilicio, que se conforma medularmente en sus hijos. El paisano poeta Efraín Subero puso esta nota, que se conformó al epitafio de su tumba: "Si algún día esta ciudad llegara a morir, yo moriría con ella"

Esta motivación y el conocimiento de que el 28 en la noche vivirán los caraqueños y todos los venezolanos momentos de contagiante alegría, al presentarse en concierto músicos y música margariteña, en un vibrante espectáculo que recoge lo mejor del folclor margariteño y del repertorio de sus intérpretes, creímos prudente cambiar el tema político, por demás contagiante en nuestra Venezuela desesperada, para alegrar la esperanza de paz, tranquilidad y cordura del gentilicio venezolano, deleitándonos con los que los poetas nativos y navegaos nos han sembrado a los hijos de esta tierra insular, algo más que un escudo perlino para adorno del gentilicio, vistoso en su historia y en el presente grato, que ayuda a renacer el estímulo a la lucha con trabajo, ideas y acciones intelectuales, para adornar a nuestra patria. Esa patria, que como dice el himno de Nueva Esparta: "¡Gloria a Margarita, la perla de Oriente, Gloria a Nueva Esparta, patria del valor!..." Esa Patria Chica, donde "Le dieron renombre de heroica y divina… que esplende cual nimbo en su sien. Con Luisa la mártir, la egregia heroína. Arismendi, Gómez, Mariño y también Maneiro y Tubores, Villalba y Marcano, Mata y Figueroa, Lárez y Fermín, y Díaz, Aguirre, Silva (Cayetano) y al par de mil héroes del Campo Antolín". Hoy le agregamos: Prieto, Torcat, Montaño, López, Albornoz, Villarroel, Irala, Subero, García y muchos otros ñeros y "navegaos" en el siglo XX.

Con esta noche y como siempre, sentimos el alma margariteña al canto del galerón, de la malagueña, del polo, o cualquiera melodía en voz de cantantes del terruño, acompañados por versadas voces e instrumentos de la "Perla del Caribe", que cantan a la heroicidad de la mujer venezolana con Luisa Cáceres o a los "espartanos" de Matasiete.Como dice la letra de sus cánticos: "una noche de encanto y poesía al rezar a la Virgen del Valle una oración,/ Triste paloma con tu pluma blanca,/ que tiene sabor mira mi ribera y yo le pongo para que descanse una hermosa y lindísima palmera/ No me obliguen que cante que no puedo,/ me duele el alma, me duele el corazón,/ se me acabo la voz y el resuello, el canto me reprime la oración/"

Saludamos a los organizadores e intérpretes del espectáculo con la remembranza de nuestro pariente y uno de los mejores cantores a nuestra tierra, Luis Beltrán Prieto Figueroa, quien en sus poemas versados a la vida da luz al canto del clamor por ella; nunca nos cansaremos de repetir su más sublime poema: "VIVE", dedicado al poeta Ali Lameda, cuando dice: "El tiempo de vivir es infinito./ El tiempo de morir es de relámpago./ ¡Vive!... Para morir te sobra tiempo". Es verdaderamente "un poema" su libro "Isla de Azul y Viento". Es como él dice, "…un muro largo a la orilla del mar, pintado con una brocha de pintar barcos que encontré en la orilla de la playa…" Un poema escrito para la esperanza, nunca para la muerte, porque para él, siempre ¡Mañana será mejor! Explaya su sentir por nuestra tierra amada en su poema "La Ciudad, Mi Ciudad", al que agregamos "Nuestra Ciudad", para con sus versos, que podemos invertir, leer, releer y revertir, deleitar nuestro espíritu poético: "Llego a ti, solar de mis afectos…/ Tierra de heredad, arrullo y nido…/ de la sangre que llevo entre las venas,…/ Cuanto crece en tu suelo,/ espina o flor,…/ me toca de sus mano para fundirme en ti…/ Tierra fundida en el fuego de amor de la montaña,/ hechura diligente de tu pueblo,/ cuanto eres lo hizo la mano de tus hombres…/ Todo te identifica y te distingue: el aire transparente, la luz que te ilumina…/ Ciudad de larga historia y gente escasa, / Ciudad alguna tu gracia tiene y tu donaire tiene./ Vengo a ti mi ciudad, para decirte mi palabra de amor; para rendirte el ferviente homenaje de mi vida…/ (LBPF)

En esta "Noche margariteña" saludamos a los paisanos, entre otros al presentador, mejor amigo profesor Eduardo Rivas Casado, a los intérpretes, entre otros, Eddy Marcano y nuestro reconocimiento y recuerdo a la prosa y la música de nuestro Augusto Fermín, de Simón Díaz, Francisco Mata y tantos otros imposibles de nombrar. Como músicos de nuestro terruño debemos reconocer una vez más a: Alberto Requena, José Genaro Marcano Fermín, Pedro Marcano, Álvaro Fermín, Rafael y César Lárez, José Laureano García, Manuel Antonio Subero, entre otros, quienes con su obra musical, siempre acompañan al verso y a la oración. Un ruego por la paz, la unidad y la convivencia en nuestra patria.

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