MI artículo de la semana pasada, en el cual ratifiqué mi fe en nuestra Fuerza Armada, fue motivo para que mi amigo Gustavo Coronel realizara un severo e injusto ataque en su contra. Su tesis es que la Fuerza Armada ha sido “un cáncer para Venezuela” y que el progreso de nuestro país será difícil mientras “exista una institución armada parasitaria como la que hemos tenido por años, la cual, en varios períodos de nuestra historia, ha servido más para apuntalar dictaduras y autocracias corruptas… que para responder a su misión de defender la integridad de nuestras fronteras”.
Esta misión, según Gustavo, “representa casi su única función, pues otras no requiere de la existencia de una Fuerza Armada ya que pudieran estar a cargo de una Policía Nacional”. Craso error. Recuerden la Guardia Nacional panameña.
Esta tesis es equivocada. La Fuerza Armada no ha sido “un cáncer para Venezuela”. Al contrario, su actuación, con aciertos y errores, ha tenido un balance positivo para nuestro país desde que se estructuró, a principios del siglo XX, como una organización profesional permanente durante el gobierno de Cipriano Castro. Restablecer la paz en Venezuela, después de casi un siglo de guerras civiles, fue su primera gran labor histórica. La derrota de la “Revolución Libertadora”, una alianza de todos los caudillos del liberalismo amarillo, restableció la unidad y la vigencia del Estado después del proceso de disolución nacional que significó la Guerra Federal. Es verdad, que durante esos primeros años fueron un factor importante en la estabilidad de las dictaduras de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez.
Ese es justamente otro de los errores de Gustavo Coronel: generalizar la actuación de los cuadros militares. La Fuerza Armada está constituida por venezolanos. Las mismas inquietudes que surgen en nuestra sociedad también existen internamente en la Institución Armada. Esas dos largas dictaduras tuvieron el respaldo mayoritario del Ejército Nacional, pero también existieron oficiales jóvenes que no estuvieron de acuerdo con dichos gobiernos y conspiraron, con riesgo de su propia vida, contra su estabilidad. Las conspiraciones de 1919, 1922 y 1928 demostraron que el Ejército ya era una institución al servicio de la nación. Esta verdad quedó más que demostrada a la muerte del dictador al ser factor fundamental en la transición política liderada por los generales Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita.
A finales de ese último gobierno, la Fuerza Armada volvió a demostrar que su unidad interna se ve siempre afectada por las crisis nacionales. Las difíciles circunstancias políticas que enfrentaba el gobierno democrático del general Medina Angarita produjeron las causas del 18 de octubre de 1945. A partir de ese golpe de Estado va a iniciarse un difícil y complejo período histórico en el cual las Fuerzas Armadas van a ser centro del poder político. Durante esos trece años, sus mandos cometieron graves errores: el golpe de Estado contra don Rómulo Gallegos, el irrespeto al resultado electoral de 1952 y el establecimiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, pero sus mismos cuadros rectificaron al insurreccionarse el 1 de Enero de 1958 y el 23 de enero de ese mismo año poniendo punto final a dicha dictadura.
A partir de 1958, las Fuerzas Armadas fueron factores fundamentales en el establecimiento del régimen democrático y garantía cierta de su estabilidad por casi cuarenta años. Durante ese período su mayoría institucional derrotó a la derecha perezjimenista y a la izquierda fidelista en sus intentos de tomar el poder por la fuerza. En 1992, una penetración marxista en nuestra organización tuvo capacidad para insurreccionarse, aprovechando la profunda crisis política que vivía el gobierno de Carlos Andrés Pérez. El sector institucional de las Fuerzas Armadas fue capaz de reaccionar y en menos de cuatro horas derrotar el intento subversivo. Lamentablemente, los errores del gobierno de Rafael Caldera y de los partidos políticos permitieron el triunfo electoral de Hugo Chávez.
En estos catorce años han sido cientos los oficiales que han perdido su carrera por no estar de acuerdo con la orientación ideológica del régimen chavista. Yo he sido un severo crítico de la permanente violación de los artículos 328, 329, 330 y 331 de la Constitución de 1999 cometida por los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro y el sorprendente silencio mantenido por los distintos Altos Mandos. Venezuela enfrenta actualmente una profunda crisis institucional que se expresa en el doloroso y permanente enfrentamiento nacional, el cual ha empezado a comprometer su unidad interna. En un momento tan complejo de nuestra historia, es imposible no resaltar, con satisfacción, la patriótica actuación de la Armada en el caso de Guyana y exigirle a nuestra Fuerza Armada que cumpla y haga cumplir la Constitución Nacional.
@FOchoaAntich