Mi respuesta al ministro de la Defensa
Fernando Ochoa Antich
Estas últimas semanas han sido sumamente trágicas para Venezuela. El asesinato del diputado Robert Serra; el enfrentamiento armado entre el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) y el Colectivo 5 de Marzo, con varios muertos, entre ellos su jefe José Miguel Odremán; la sorprendente destitución del general Miguel Rodríguez Torres, ministro del Interior, Justicia y Paz y la directiva del CICPC por presión de los colectivos armados y su reemplazo por la almirante Carmen Meléndez, la cual entregó el ministerio de la Defensa al general en jefe Vladimir Padrino López; la caída de los precios petroleros; la posible aplicación de un plan, utilizando a la Fuerza Armada, para controlar la venta de productos de primera necesidad por los vendedores informales, y un supuesto enfrentamiento entre Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
Les presento a mis lectores este delicado resumen de la grave situación nacional, no con la intención de generar una mayor angustia, sino para resaltar el complejo reto que tienen los miembros de la Fuerza Armada, al ser obligados constitucionalmente a garantizar la paz y la tranquilidad ciudadana. Este complejo reto no es fácil de enfrentar y exige de nuestra Institución Armada, a mi criterio, de una profunda rectificación ante una equivocada posición que han venido manteniendo, en el tiempo, sus altos mandos, sin entender que al vincularse con una posición política determinada, el chavismo, se rompe la necesaria unidad nacional que exige el cumplimiento de las funciones militares. Ese es el sentido que tiene el artículo 328 de la Constitución Nacional que obliga a los miembros de la Fuerza Armada a estar al servicio de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política.
Escuché, con mucha atención, el discurso del general Vladimir Padrino López, en el acto de juramentación como ministro de la Defensa, el cual lamentablemente no fue publicado por escrito, como si lo fue su discurso en la Asamblea Nacional. En esas importantes palabras hizo múltiples planteamientos. Me voy a referir a algunos de esos puntos, con la finalidad de plantear mis opiniones. En uno de ellos desarrolló el concepto de paz. Me pareció muy importante. Lo que no es cierto es que el gobierno de Nicolás Maduro haya hecho reales esfuerzos para garantizarla. Es verdad que invitó a un diálogo, pero ese esfuerzo no fue suficiente. La violencia estudiantil que surgió el 12 de febrero, se produjo al ser detenidos injustamente unos estudiantes en San Cristóbal y después asesinar, curiosamente por un agente del SEBIN, a un representante de la oposición y a otro de los colectivos armados.
Tampoco puedo coincidir con él en el concepto de que en Venezuela existe un golpe de Estado continuado y que “sectores de la baja política han hecho llamados abiertos y encubiertos a oficiales de nuestra Fuerza Armada para desconocer lo más sagrado que es nuestra constitución y la legitimidad del presidente Nicolás Maduro”. El problema es mucho más complejo. El irrespeto al Estado de Derecho proviene del propio gobierno nacional cuando desconoce los fundamentos esenciales de la Constitución Nacional de 1999, en la cual no se habla de Revolución Bolivariana sino de “un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo democrático”.
El discurso del general Padrino tiene una interesante base histórica. Ojalá se dedicara, en una forma objetiva, a analizar los hechos ocurridos en Venezuela durante estos quince años. Si lo hiciera tendría que reconocer, por ejemplo, que los acontecimientos del 11 de Abril surgieron como consecuencia a flagrantes violaciones del Estado de Derecho por el entonces presidente Hugo Chávez, y también debería recordar que logró triunfar en el Referendo Revocatorio por la manera inconstitucional que el Consejo Nacional Electoral modificó la fecha de su realización. Todo esto es historia. Le voy a plantear un problema actual para su reflexión: Elías Jaua se atrevió, en la inauguración del Instituto de Altos Estudios del Pensamiento de Chávez, a plantear que “los revolucionarios no podían permitir la alternancia en el poder con la burguesía porque sería el fin del Proceso”. ¿Cuál sería la posición de la Fuerza Armada ante este hecho? ¿Permitiría el irrespeto de la voluntad popular si es derrotado el PSUV?
Caracas, 2 de noviembre de 2014.
@FOchoaAntich