17 dic 2014

El silencio de los rojos

El silencio de los rojos

Enrique Prieto Silva

Jueves 11 de diciembre de 2013

El 8 de diciembre de 2012 surgió la escena más dantesca de la “revolución”, cuando el premonitor difunto impactó la escena del país insurgente en el sinsentido, anunciando que tendríamos un nuevo mesiánico heredero presidencial, ungido por su sabia recalcitrante del quehacer en debacle. Aún no sabemos y puede que nunca lo lleguemos a saber, cuál fue el mensaje engendrado en la Cuba de los viejos Castro, que nunca pudo descifrar la maliciosa jungla de los “rojos”. Y, como lo hemos venido diciendo y repetido hasta el cansancio, mas dantesca aún es la actitud de los “robulucionarios”, esos malignos personajes que destruyeron el país que un día llamáramos “la Gran Venezuela” bajo la férula del mas maligno personaje que haya tenido la República en su historia.

Llegó lo imaginable: la debacle. Un escenario caracterizado por el vestir rojo de un supuesto comunismo, impulsado por legos que se creyeron en la cumbre del peor invento político del cierre del siglo xx, con la rimbombante denominación de “socialismo del siglo xxi”, que aunque corto el tiempo, es larga la desgraciada historia que nos hace recordar los ingratos años vividos en los albores del Tercer Milenio. Esos que nos obligaron a vivir a hurtadillas, con temor, sabiendo que nos encontrábamos con los márgenes de maniobra agotados en un Estado clientelar populista y con un régimen estertóreo sin margen de maniobra para su recuperación, que nos han conducido en estos 16 años de disparates y de paranoias, a la quiebra de la nación con tentáculos gangrenados.

No nos cansaremos de decirlo: “un país gobernado por ignorantes familias, que han edulcorado un fanatismo de harapientos y vagos, que con la cantinela de ‘así es que se gobierna’, han amparado el robo y la maldad como mampara gobiernera; protegidos por todos los poderes públicos arrodillados ante el miedo que les perturba, al saberse culpables de la debacle. Ese miedo que les seca la garganta hasta el silencio y los hace esconderse como sabandijas; pero no podrán convencernos de que el “socialismo del siglo xxi” no es un desatino, que comenzó con la promesa de cambiar el capitalismo o como quieran llamar a la “maledicencia” que tratan de enfrentar, donde los pronósticos convergieron en el mismo resultado: “es una doctrina política fracasada, mientras se le quiera implantar siguiendo los avatares del comunismo marxista”. El socialismo, visto como teoría para organizar y dar servicio a la agrupación social, en tanto y en cuanto sirva al colectivo por igual y promueva la necesidad del aporte tanto económico o laboral en todas sus formas o fases, para generar los recursos necesarios para ese servicio, ha sido y es la expresión máxima del deseo comunitario de una sociedad moderna obligada al tracto global del mundo de ese siglo xxi que tanto nombran, pero la horripilante destreza sin capacitación, solo podía conducirlo al fracaso y al perverso desbarajuste en que han transformado al país.

¿Qué socialismo puede ser, un sistema de gobierno que divide y envilece a sus beneficiarios; que utiliza los recursos de todos los venezolanos para difamar al colectivo que no le es adlátere; que permite la deslealtad familiar en favor de un sacrílego que mancilla la familia; que se deja engañar por apóstatas envilecidos con dictadores de rancia alcurnia; que permite la injerencia externa solo para favorecer a chulos y pedigüeños aprovechadores de la ignorancia; que solo ven la importancia del dinero cuando favorece la corrupción de sus acólitos; que nunca rinden cuenta de la administración del Estado; que cambian comida por lealtad; que se engulle el poder de los poderes para abigarrarse en su propio poder; que queriendo cerrar las venas abiertas las envenena; que usa la maldad como escape; que quiere vivir aferrado a la muerte? No, es un infortunado “silencio rojo”.

eprieto@cantv.net